Análisis: Cave Story




Diciembre de 2007, enciendo mi portátil y cargo un juego de plataformas al estilo de los clásicos. No pasan ni dos minutos de partida cuando Ender se me acerca y pregunta “¿qué es esa molonada?”

Pues esa molonada era el Cave Story (Doukutsu Monogatari en su título original), un juego freeware programado por el estudio Pixel hace unos años. Desde entonces surgieron una grandísima cantidad de fans, con traducciones al inglés y al español, y (gracias a los programadores aficionados) ports a múltiples plataformas: Nintendo DS, PSP, Xbox y GP2X.

Y es que es un juego que engancha incluso antes de echar la primera partida. Sólo hace falta ver una captura de pantalla para que entren ganas de descargarlo y probarlo. Y en un par de minutos de juego ya estás convencido de que aquello es uno de los mejores títulos de los últimos tiempos.

Hay que decir que el juego tiene argumento: algo que ver con robots (el personajillo que manejas es uno), bichitos (los migimas), guerras del pasado, humanos, malos y científicos locos. Podría contar en un par de párrafos esta historia pero entre que no recuerdo los detalles y que el juego es consistente por sí mismo pues no lo voy a hacer. Este es uno de esos juegos que se disfrutan al máximo sin necesidad del apoyo de un buen (o al menos un) argumento.

La mecánica del juego es simple: avanza, salta y, sobre todo, mata. Para poder hacerlo hay varios objetos de los que se puede hacer uso: las típicas llaves y tarjetas, pólvora, una máscara... pero ante todo hay dos cosas que usaremos todo el tiempo: el booster y las armas.

El primero es el típico jetpack que nos permite hacer saltos imposibles, aunque no te permite volar. Cada vez que pulsas el botón de salto aguanta un poco, pero aquello no es eterno. Añade un punto de diversión y jugabilidad interesante. Desde que lo tienes no puedes evitar preguntarte una y otra vez “¿llegaré a aquella plataforma?”.

Y luego están las armas. Empiezas con una simple pistola, pero luego puedes ir obteniendo lanza misiles, ametralladoras, una que dispara bolas que rebotan contra el escenario... esta variedad hace que en cada situación sea más apropiada un arma u otra. Cabe destacar además que las armas tienen nivel. Al matar a los enemigos caen pequeños triángulos de poder que hacen que la barra de nivel suba. Hay tres niveles para cada arma, a cada cual más poderoso que el anterior (lo cual es interesante, ya que los enemigos son cada vez más resistentes).

Pero lo que viene fácil, fácil se va. Cuando nuestro protagonista recibe un golpe, el nivel del arma baja de forma apabullante. Esto se deja notar especialmente cuando te enfrentas a un enemigo de final de fase (o de la mitad de la fase, como en los grandes beat 'em up de las recreativas de la década pasada), al que le estás dando pal pelo pero en un instante te ves casi sin vida y haciendo un daño ridículo. En esos momentos te ves desesperado en busca de triángulos para volver a subir el arma.

Un caso especial es el de la metralleta, que en el nivel tres sirve para impulsarse si se dispara hacia el suelo. Con esto puedes prácticamente volar mientras haya munición (la cual se recarga automáticamente). Combinar esta habilidad con el booster hace de pegar saltos una delicia sin igual.

Vale, pero si sólo hay eso (que ya de por sí es bastante) el juego se volvería un poco repetitivo. Pero el diseño de niveles es también magnífico, con situaciones lo suficientemente variadas como para seguir enganchado al teclado. Destacan, por ejemplo, las escenas en las que hay que buscar los perros de una señora para que te ayude o la escena en la que hay que disfrazarse (con una máscara) para poder pasar desapercibido.

Como único punto negativo (o no, según gustos) es que hace gala del típico estilo japonés: pequeñas decisiones sin importancia pueden influir decisivamente mucho después, especialmente a la hora de conseguir objetos. Por ejemplo, conseguir la versión mejorada del booster implica una sucesión de situaciones en la que hay que actuar de una forma concreta. Evidentemente yo no lo conseguí y fue una guía la que me dijo que ya no tenía opciones de obtenerlo.

En definitiva es un juego que respira old-school por todos lados. Al estilo de los viejos tiempos, con una jugabilidad que no me encontraba en un juego desde hacía mucho, con una curva de dificultad bastante lograda a pesar de los molestos picos que te encuentras de vez en cuando (sigo sin haberlo acabado porque me veo incapaz de resolver los enemigos finales del juego)... con un gusto por el detalle en el que nos encontramos con multitud de objetos aparentemente sin uso que sólo sirven de guiño...

En mi opinión este juego marca un camino a seguir: sin la necesidad de grandes gráficos (aunque no tengo nada en contra de los gráficos de la ostia), siendo Pixel un estudio pequeño ha conseguido un título magnífico. Los de las grandes compañías deberían echar unos cuantos vicios y ver cómo un juego puede ser divertido. Es una manera de hacer las cosas que debería ser imitada, sobre todo a la hora de hacer juegos para consolas portátiles... y menos mal que lo portaron... tengo que volver a jugarlo en la GP2X.

Y ahora hay que prestar atención a The Underside, un juego que esperemos que salga pronto y que parece estar basado (aunque sólo sea gráficamente) en Cave Story.

0 comentarios: