Análisis: Beautiful Katamari




En el año 2004 Namco nos sorprendió a todos con el Katamari Damacy para la PlayStation 2. El objetivo de aquel juego era hacer una pelota de batiburrillo a base coger objetos rodando por encima de ellos. Gracias a una estrafalaria estética colorista y a lo original del juego, se acabó convirtiendo en un imprescindible para todo jugón y de él surgieron un par de secuelas para las consolas de Sony. Ahora, por primera vez para todos aquellos que tengan una absurda aversión hacia las máquinas de la compañía japonesa, Namco nos deleita con un nuevo título de la saga.

La historia comienza cuando el Rey de Todo el Cosmos, jugando al tenis con la Reina, da un golpe demasiado fuerte a la pelota y la manda al cielo, creando un agujero negro. El agujero no hace otra cosa que tragarse toda la galaxia por lo que nuestra misión, como Príncipe de Todo el Cosmos, es la de generar de nuevo todos los planetas del Sistema Solar y tapar el agujero. Evidentemente esto es sólo la excusa, un motivo como otro cualquiera para soltarte con una pelota y dedicarse a arramblar con todo lo que se ponga por delante.


Como en los anteriores títulos, la cosa empieza con objetivos pequeños, pelotas de 20 ó 30 centímetros realizadas a base de objetos pequeños (es increíble la de cosas que se pueden tener tiradas por los suelos: cerillas, chicles y caramelos, peonzas, relojes, cámaras fotográficas...). Pronto los objetivos se van formando en nuestra cabeza: el “¿podré llegar a coger esa tele que está sobre la mesa?” pronto se sustituye por un “¿podré llevarme a esas personas?” y luego por un “¿podré arrancar edificios?”...

Como en los anteriores títulos, a medida que se avanza en en el juego se ve que aquello no parece tener límites. Al principio de la fase te solicitan 500 metros de katamari partiendo de uno de menos de un metro y te cagas en el Rey de Todo el Cosmos, la Reina y todos los putos primos. Pero a pesar del comienzo lento y poco alentador, luego asistes al momento más gratificante de todo el juego: poder llevarte por delante las casas. Es un momento perverso que ni el más sádico y violento de los juegos puede igualar: oyes los gritos de la gente y no piensas en otra cosa que en el siguiente objetivo de tu enorme amasijo de objetos.


Como en los anteriores títulos, hay un par de fases que no siguen el guión de consigue un pelotón de tamaño X, si no que te marcan objetivos distintos. Cabe destacar la primera de ellas, que trata de obtener un katamari de 10.000 ºC a base de objetos calientes, evitando coger los fríos. Es la fase más tediosa de todo el juego, en la que se sufre un montón para alcanzar temperaturas tan altas, pero que en un segundo llega algún gracioso en moto y te tira al río, jodiéndote el invento. Esa fase se la podían meter por el...

No hace falta ser muy observador para darse cuenta de cuales son los puntos fuertes y débiles de este título. Son los mismos que los del Katamari Damacy. En el lado positivo de la balanza está que es altamente entretenido y adictivo, con una estética propia (y que ya tiene sus propios símbolos característicos, como el hecho de que la voz del Rey sea el sonido de scratching de un disco de vinilo) y que los programadores no pusieron límites (se cogen islas, nubes, terrenos grandes de tierra, deidades, montañas, a Cthulhu (no, pero molaría), continentes...).

En el negativo está lo corto del juego (no se tarda nada en terminarlo) y su total falta de originalidad dentro de la saga, es un más de lo mismo alarmante (aunque también hay que decir que es un más de lo mismo de algo muy bueno), hay veces en que es desconcertante (por el uso de las cámaras o ciertos escenarios en los que es imposible tener un sentido de la orientación mínimo) y marcarse objetivos pequeños cuando ya has arrasado con ciudades enteras es un bajón.


Lo único que es novedoso es algo intrínseco a la consola en la que se ejecuta el juego: los logros. Si no fuera por los logros, yo no me estaría matando en buscar a los primos o los regalos (personajes y objetos especiales que se coleccionan) para completar. De hecho se podría decir que gracias a los logros el juego tiene algo de vidilla (aunque aún sin ellos, dan ganas de echar de vez en cuando partidas en la fase favorita).

En definitiva, para terminar una de los análisis más cortos y sencillos que haya escrito, que el juego es como todos los anteriores (por no variar, no variaron el hecho de que esté sólo disponible en inglés) que es apropiado para los fans y para los que nunca han jugado a uno. Para los demás no supondrá nada interesante. Y desde aquí quiero recomendar a Namco que si tiene intenciones de lanzar un nuevo título de esta saga (que lo hará) debería intentar innovar un poco (imagino que los siguientes pasos se acercarán a los sensores de movimiento de los mandos de PS3 y Wii...)