Street Fighter II, Snow Brothers, King of Fighters, Windjammers... durante la década pasada las salas recreativas se llenaban de adolescentes viciados y maleantes que se agolpaban alrededor de esos y muchos otros títulos.
Pero también había otras recreativas menos queridas, otras recreativas que no hacían otra cosa que acumular polvo hasta que el dueño de la sala (un tipo gordo y con una inminente alopecia que no tenía ni pajolera idea de videojuegos) no tenía otro remedio que sustituirla.
¿Qué sería de aquellas máquinas? ¿Las desguazarían para reutilizar las partes útiles en otras máquinas? ¿Las mandarían a un vertedero bajo tierra en algún inhóspito desierto estadounidense? ¿Las quemarían provocando emisiones de CO2 mucho mayores a las permitidas en el protocolo de Kyoto? ¿Acabarían en manos de piratillas ávidos de lanzar roms para emuladores que en aquella época ni siquiera existían?
Ellas, las máquinas, no lo sabían. Veían cómo abrían y trasteaban con las entrañas de sus compañeras hasta que un fatídico día se las llevaban en un camión. Y si tuvieran ojos nos mirarían con cara de pena, lanzando una lagrimilla y rezarían para que un día alguno de nosotros nos fijáramos en ellas y la salvásemos del cruel destino de un camión.
Ésta es la historia de una de esas olvidadas máquinas, una máquina de un deporte tan impopular en nuestras tierras como es el de los bolos. Ésta es la historia de League Bowling.
Partamos de un hecho: los bolos es un deporte aburrido. Quizás esté bien como entretenimiento para un grupo de colegas mientras se toman unas cañas, pero nada más. No es un deporte de esos que ves en televisión de los que luego hacen juegos de consola que acaban en los primeros puestos de listas de ventas, con portadas de jugadores famosos. Ni siquiera es un deporte minoritario con cierto número de seguidores que puedas pillar un domingo por la mañana. De hecho ni siquiera llega a categoría de deporte que emiten a altas horas de la madrugada en el más infame canal deportivo de la televisión digital.
Por mucho que aquella máquina nos mirara con ojos llorosos, jamás conseguiría llamar nuestra atención. En su lugar jugamos al Neo Turf Masters, que es un deporte igualmente aburrido pero como Severiano era bueno teníamos ídolo y por tanto excusa para aficionarnos a ese deporte. Un poco como ahora con la F1 y Fernando Alonso.
Pero ese juego sí captó mi atención. Bueno, que fuera doce años después y en un emulador son detalles insignificantes. Captó mi atención por los detalles y como dijo Hank Scorpio, son los pequeños detalles los que importan en la vida.
En primer lugar me gustaban los gestos del protagonista. Antes de lanzar la bola se ponía a hacer cosas como mascar un chicle o hacer un movimiento exagerado más propio de los Power Rangers. Cuando la bola ya estaba lanzada, antes de llegar a los bolos, pone cara de sufrimiento y reza para que salga bien el lanzamiento.
También me hacían gracia las celebraciones. Cuando hacía una buena jugada (un strike o un spare) aparecía en pantalla una animación para felicitarte. Se mataba a un insecto-bolo (que representaba el fallo) atropellándolo con un camión o aplastándolo con una sartén, la chica azafata se lanzaba a los brazos del protagonista para darle un beso (y éste se emocionaba), aparecían búhos o la palabra strike formada con enormes letras de piedra.
Por supuesto también me hacían gracia los fallos. Lo más típico era que se le pusiera la cara roja de ira y gritara “darn ir!”, pero también había el adelgazamiento exagerado (representando un bajón de moral) y otras animaciones.
Otro detalle que me llamaba la atención era la azafata esa. Cuando sólo juega una persona, en la mitad derecha de la pantalla aparecen unas instrucciones y la chica en cuestión detrás de ella. Ahora fijaos un poco en la imagen... ¿soy yo el único al que le parece que la chica tiene que estar desproporcionada detras del cartel?
Otros detalles que me gustaban tienen más que ver con la mecánica del juego. Hay que decir que se le pilla el truco rápidamente y aunque no hagas strikes en todos los lanzamientos, es fácil alcanzar puntuaciones de 250 para arriba (nota para los que no tengan ni puñetera idea de bolos: 300 es la puntuación máxima). Pero para solucionar ese problema había dos modos de juego alternativos: Strike 90 y Flash.
En ambos modos lo que cambiaba era el sistema de puntuación. En Strike 90 los strikes valían 90 puntos y los spares 60, por lo que lo único que diferenciaba este sistema de juego con respecto al original era que las puntuaciones finales se disparaban.
Sin embargo Flash me gustaba más. La puntuación de los strikes y spares dependían de un pequeño marcador luminoso rotatorio. Si tirabas todos los bolos se sumaba la puntuación que en el momento del golpe lucía dicho marcador. Si eras un poco habilidoso obtenías hasta 300 puntos al tirar todos los bolos de un lanzamiento, pero si no podías llegar a tener tan sólo 50 puntitos. En un principio esto añade un pequeño factor de aleatoriedad que en realidad se pierde pronto porque era fácil pillarle la coordinación al asunto.
El juego no estaba exento de fallos. A parte de eso de pillarle el truquillo demasiado pronto haciendo que pierda mucha gracia, tenía algún que otro fallo frustrante en la física (er...): en algunas ocasiones veías cómo un bolo atravesaba literalmente a otro en lugar de tirarlo, jodiéndote tu strike. Es curioso cómo este mismo error existe en otro juego de bolos que venía con mi teléfono móvil.
Y un crédito te daba para una partida completa (cosa rara en recreativas). Eso, que puede parecer bueno porque es un rato que tienes asegurado por malo que seas, también es malo porque sabes que no te van a dejar continuar por muy bueno que seas.
Y antes de terminar no puedo resistirme a comentar un guiño que siempre me llamó la atención. ¿Qué conocido personaje de anime está entre el público de League Bowling? Hecha así la pregunta sería múcho más infernal que las preguntas infernales del concurso que comentamos el otro día. Si nos fijamos (venga, va, os pongo un circulito en la imagen) veremos a Nadia (de “El misterio de la piedra azul”, anime que emitió Telecinco a principios de los noventa) animar a nuestro jugador de bolos favorito.
1 comentarios:
Joder que buenos tiempos aquellos... que gran invento la emulación.
Me encantaría una versión para movil de ESTE MISMO título ^^
Buen artículo, me ha hecho sonreir
Publicar un comentario