Hace algo más de un año empecé a escribir una pequeña serie de artículos en mi página web (ole, publicidad de guay) que probablemente acabarán en el olvido. Ender me comentó el otro día de pasada que podía recuperarlos para el pozcas y me faltó tiempo para publicar el primero.
Pero que conste que incluso viene a cuento, ahora que empiezan a llegar a nuestro país las afamadas e insuperables POPStation no hay mejor momento para publicar el artículo con el que ya os dejo:
Mañana es el día de la madre. ¿Habéis hecho los deberes? ¿Tenéis algo especial para regalarle? y es que a todos nos gusta que nos regalen algo. No importa el qué, lo que importa es el detalle, la intención, el haberse acordado de ese día especial, el sentirnos queridos... ¡y un cuerno! ¡Importa el regalo! Los que nos diferencia a como éramos de niños es que aprendimos a disimular el desagrado del desacierto. Pero los niños protestan, gritan y lloran. Por eso les voy a dar un par de consejos para que un simple cumpleaños no se convierta en el principio de una fisura en la relación paterno-filial que jamás se reparará.
Y es que cuando yo era pequeño la consola que tenía todo el mundo era la GameBoy. Dicha consola se hizo famosa por incluir en uno de sus packs el Tetris, por lo que con el tiempo empezó a conocerse como "la maquinita del Tetris". No saben qué funestas consecuencias tuvo esto. Cuando un niño pedía con ojitos de cordero la GameBoy los padres traducían automáticamente a la del Tetris. Y al llegar la mañana del veinticinco de diciembre el pobre infante se encontraba que bajo un papel de regalo con cohetes dibujados se encontraba con una máquina LCD de Tetris en lugar de la deseada Gameboy. Una máquina que una perversa empresa urdió aprovechando el tirón y que hizo con cierto parecido a la GameBoy (ambas eran alargadas, verticales y grises), pero con algunos detalles distintos como por ejemplo una ondulación bajo la pantalla. Esa empresa se forró durante su corta vida arruinando familias...
Pero la cosa no acaba ahí. En el mundo hay trampas más cuidadas que la maquinita del Tetris. Si el niño pedía una NES, entonces más te vale no confundirla con la ya clásica MES: una máquina de aspecto idéntico a la de Nintendo pero sin entrada para cartuchos y treinta y pico juegos en memoria. O si te pide la PS2 no le regales una PZ2. ¿Se imaginan a sus hijos en el recreo siendo invitados por sus colegas para ir a jugar al GTA y que el pobre niño no pueda devolver la invitación a menos que quieran jugar a una versión cutre del Space Invaders? y sobre todo no se fíen de los puestos de tómbolas de las fiestas del barrio.
Y termino diciendo que aquellos de vosotros que hayáis sufrido tales regalos y queráis romper con vuestro pasado, aquí estoy yo para aceptar vuestras maquinitas sin ni siquiera pedir nada a cambio. Y es que no hay nada como la ilusión de un niño cuando has acertado con lo que él quería.
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